Confesiones de un Audiófilo: mis hábitos de consumo musical.

Mi nombre es Antonio y soy melómano y audiófilo ciertamente, más no desesperadamente que mi vida dependa de semiconductores AKM, capacitores WIMA, transformadores toroidales Triad Magnetics (ouch! Aquí sí me dolió) o 24/192kHz y una luz azul que me autentifique que es MQA Studio. Prefiero el calificativo de melómano y sabrán porque. 

Todo empezó por culpa de mi hermana y vecino, prácticamente desde que nací. En casa de mis padres tenían un piano vertical Steinway y mi hermana se pasaba horas estudiando solfeo y composiciones de Chopin, Mozart y Scott Joplin/Marvin Hamlisch… gusto culpable de ella por The Sting (El Golpe soundtrack) y mi vecino con su banda de rock psicodélico y progresivo y las “n” veces que escuche las rolas de Jefferson Airplane, Iron Butterfly y Emerson, Lake & Palmer.

Mi primera visita a Bellas Artes fue a los cinco años. ¿El programa? de Joaquín Turina Tres danzas Andaluzas, un estreno de Mario Lavista (allí lo vi saludando a la audiencia) y por lo que fui a este escenario, de Richard Wagner, Tristan und Isolde, el Vorspiel und Liebestold donde una de mis hermanas se quedó estupefacta porque estaba llorando emocionado al extremo… y a la fecha es altamente emotiva esta ópera para su servidor y amigo.

En los 70s otra de mis hermanas fue a Europa por el recién y flamante Instituto de Envase y Embalaje y trajo un radio de baterías Philips que le pedí “prestado” para escuchar Radio Capital (Cesar Alejandre sublime), Radio Éxitos, otra estación más que no pude ubicar y tocaba a Focus, Edgar Whinter, Procol Harum, Premiata Forneria Marconi, etc.

Y en AM una estación de radio de música clásica cuyo nombre olvide y escuchaba hasta dormirme en la madrugada. Memorable de Ottorino Respighi el poema sinfónico Pini di Roma. 

A finales de los 70s ni hablar, la adolescencia, la conquista de chicas, la música disco y crear entre los compañeros un sonido móvil, llamado Beefeater y después Asia pues terminamos tocando rock. Juntos 5 años, desde 1979 hasta 1984. Disco, Punk, New Wave, Futuristic, Break, High Energy y Rock, todos estos géneros tocamos y la música por un lado la compraba en el Sonido Discoteque, Zorba y Briyus.

Por otra parte, una de mis hermanas frecuentemente viajaba a Miami y le pedía discos que aún no estaban a la venta en México y tardarían de 4 a 6 meses en ser populares en este país. Estéreo 100, Estéreo Rey y el viaje disco por el mundo como el grupo Voyage en sus LPs Voyage y Fly Away, WFM con la voz de Mario Vargas fueron mi referente “para mover el samovar con elegancia versallesca”

Visualmente, Bellas Artes y Sala Nezahualcóyotl no fueron solo un concierto, sino muchos tantos que vi en mi infancia, adolescencia y etapa adulta. No sé, recibir la sonrisa recíproca del director Eduardo Mata, era simplemente un momento mágico.

Los primeros clips en Canal 11 de Doors y del padrino del funk James Brown, Alejandro Lara Licea y su programa Aaaalta Tensióooon ya que no solo fue un comentarista de deportes en DeporTV, Eco el sistema de noticias y en la madrugada ver a Las Víctimas del Doctor Cerebro, Soda Estéreo, o en la biblioteca de Azcapotzalco, ver a Iconoclasta y a mi estimado Victor Baldovinos y su Baldoworld como él mismo llamaba a su tiempo y espacio.

La secundaria #54 República de Bolivia, invitaba frecuentemente al embajador de aquel país y era usual tener grupos de música folclórica Andina. En el CCH Azcapotzalco, como invitados habituales de la Nueva Trova Cubana como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés o Facundo Cabral y Oscar Chávez. 

Con la llegada del Walkman y la revolución de la música portátil llegaron los casetes a montones, tanto los que grababa como los que compraba de música original. The Police, Duran Duran, Benjamin Britten, Beethoven y las clases de inglés llegaron en ese formato y en formulaciones de FeO2, CrO2, ferricromo y metal. La era del MTV también llegó y ver videos musicales era vital aunque no tuviera TV de paga para poder ver ésta programación.

Los discos de vinilo no han parado desde mediados de los 70s y a la fecha y perdí la cuenta cuando hace tal vez una década atrás, eran aproximadamente 2,700 álbumes entre clásico, jazz, rock, pop, world music y disco de ese entonces. Usados, nuevos, nacionales, importados, de todo en las tierras del Señor. La visita a Amoeba Records en Los Ángeles fue una experiencia de muerte chiquita…

Y con los discos compactos, otro tanto más. Con mi ex, compramos la segunda generación de reproductores de CD de Sony, el CDP-102 (el CDP-101 fue el primero y su costo, bastante prohibitivo >$1k USD). Los discos compactos se conseguían en secciones raras como en el departamento de fotografía en las tiendas departamentales o en las tiendas de electrónica. 

Mucho tiempo después, las tiendas de Virgin Records en Las Vegas o en Candem Street en UK y Tower Records, eran toda una aventura, un niño en la dulcería. Comprar 20, 30 o 40 discos en una sola visita y en los CES o los shows de Electrónica de Consumo, igual.

Todas las marcas de discos para audiófilo como Sheffield Labs, Clarity Records, Chesky, MA Records, Mobil Fidelity, Audioquest, Stereophile, Naim, con substrato en aluminio, en oro e incluso con tratamiento criogénico, numerados y en ediciones limitadas. 

Con la llegada del Internet, no fue la excepción. No le entre a Napster pues era súper complicado bajar las rolas debido a la conectividad con el modem telefónico y los tristes 46kbps por segundo. Con AOL, pudimos ver los primeros clips o sesiones musicales grabadas para ellos. 

Cuando llego iTunes, a comprar música y luego la decepción con las versiones remasterizadas que no eran las originales. Ejemplo, Berlin Pleasure Victim, la voz de Terry Nunn actual, ni eran los músicos originales y un arreglo musical distinto, puf! Sigo escuchando sus 2 primeros álbumes en casete con mi grabadora Pioneer CTF-1250 que ahorré todo un año para comprarla en 1981 por $65,000.00 pesotes de ese entonces. 

Luego decidí un servicio top, Tidal con los archivos en alta resolución, MQA y demás linduras y nuevamente la decepción cuando Neil Young retiró su catálogo al no haber una certeza, fiabilidad en la edición y proceso de autentificación en los archivos musicales y me canse de resetear la aplicación una y otra vez, escuchar ruido digital en las playlist y dropouts o caídas de señal a pesar de contar mínimo con 200mbps en el servicio de Internet (hoy tengo una conectividad cercana a los 500mbps de bajada y de subida 150mbps, gracias a la pandemia y la necesidad de realizar conferencias virtuales, webinars y trainings internacionalmente).

Hoy tengo Qobuz por su librería de clásico y jazz, honestidad en indicar y efectivamente recibir lo que suscribí, sigo en iTunes después de más de una década, selecta por los conciertos de música clásica aunque un tanto viejitos pero buenísimos y ya no digamos otras aplicaciones de streaming de series y películas, baseball y nada más.

Mi nombre es Antonio y soy un melómano irredento y agregaría amante del cine, chispas!!! Lo confieso, tengo una amante y es el audio y por la cual he perdido y ganado tantas cosas y por ello estoy aquí.

¡Gracias Totales! Como dijera el maestro Gustavo Cerati y a quien vi a pocos metros en el Auditorio Nacional con su gira En la Ciudad de la Furia y conversar posteriormente con Zeta Bossio y Charly Alberti en alguna ocasión en México, en Soundcheck, pero esa es otra historia.